Soñé que paseaba.
Las calles no llevaban a ningún sitio,
y eso no me importaba.
Cada sombra, un pensamiento que no dije.
Cada reflejo, un yo que nunca seré.
La ciudad me hablaba:
“Mira.”
Y así lo hice.
Caminé hasta que el ruido se calló.
Entonces aparecieron las imágenes,
como sueños que se dejan fotografiar.





































